Contaminación visual
Todos sabemos que el principal objetivo de la publicidad es anunciar un producto o servicio para que pueda ser consumido de una forma u otra por parte de los clientes o usuarios potenciales. Lo que no se tiene a veces en cuenta es donde se anuncian tales anuncios ni su impacto en el contexto escogido.
¿Qué es la contaminación visual?
Se entiende por este término a todas aquellas acciones que rompen la estética de un paisaje o una zona concreta. Por ejemplo, si en medio del campo se pone un gran cartel luminoso, esto sería en cierta manera una contaminación visual. También pasa esto cuando algunas ciudades saturan sus calles con carteles sin dejar apenas paredes libres.
En realidad este concepto es mucho más amplio y no estaríamos hablando solo de publicidad, sino que sería también cuando se colocan elementos como cables, chimeneas o postes eléctricos. En principio suele provocar rechazo porque no encaja, -aunque esto iría a gustos, claro está- pero incluso hay veces que ha provocado incluso algún problema de salud, ya sea en personas o animales de la zona, como por ejemplo estrés o ansiedad al percibir un impacto visual al que no se está acostumbrado.
¿Cuáles son los factores determinantes?
Se considera que hay tres:
- Tamaño: el tamaño del anuncio (o de lo que se quiera poner) es uno de los factores más importantes. Cuanto más grande es, mayor impacto en la contaminación visual produce.
- Orden: Si se muestran los elementos desordenados, se contribuye a que el rechazo sea mayor. Se debe intentar seguir un orden lo más lógico posible.
- Distribución: como en el caso anterior, una mala distribución será perjudicial, porque provocará mayor rechazo.
¿Cómo afecta esto a los que se dedican a la publicidad?
Emitir publicidad en cualquiera de sus formas es una gran responsabilidad y se debe hacer siempre un estudio previo para ver donde se puede mostrar teniendo en cuenta la zona en donde estemos y el público al cual queramos llegar.
Normalmente son los ayuntamientos y otras administraciones quienes se encargan de decidir qué zonas no deben ser destinadas a publicidad. Cada vez son más los activistas que intentan hacer ver que se debe actuar con conciencia social y ambiental e intentar no saturar según que espacios. En ciudades por ejemplo es muy complicado, ya que normalmente la mayoría de lugares pueden ser destinados a usos publicitarios, pero en entornos más rurales la cosa ya es un poco más delicada.
Un ejemplo de ello es la Ley de carreteras que se aprobó hace unos años, donde precisamente hay un punto en donde se indica que se debe regular la publicidad en carreteras para no distraer al conductor. Muy similar es el caso andaluz: la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, aprobada en el año 2007, intenta evitar que se ponga publicidad en lugares protegidos que sean considerados patrimonio histórico (así como también antenas de telecomunicación o mobiliario urbano, entre otros).
Es responsabilidad de todos evitar el impacto visual negativo, ¡y más si queremos llegar con fuerza a nuestros consumidores!
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