Mobiliario urbano antiguo y obsoleto
En una ciudad suelen convivir varios tipos de mobiliario urbano, y ya no solo hablando en términos temáticos (señales de tráfico, iluminación, etc.) sino hablando también de mobiliario de diferentes épocas. Y esto puede tener pros y contras, como vamos a ver a continuación.
Lo bueno y lo malo del mobiliario antiguo
Primero hablaremos de lo bueno, y es que tener este tipo de elementos en un pueblo o ciudad puede dar un toque oldie o nostálgico, lo que se traduce en que los ciudadanos le tengan cierto cariño. Tener por ejemplo una cabina de teléfonos antigua puede estar bien, por ejemplo. Luego también hay algunos que forman parte ya del patrimonio histórico y un ejemplo muy claro son las farolas que hay de Gaudí en el Paseo de Gracia o en la Plaza del Rey. Son cosas que forman parte de una ciudad y que eliminarlas no tendría ningún tipo de sentido. Más bien nos conviene conservar algunos de ellos para recordar de dónde venimos.
Pero luego también está la parte negativa, que se podría resumir en dos puntos principales:
- En primer lugar, la seguridad: un elemento antiguo no es tan seguro como los actuales. Hay riesgo de que se caiga, que se rompa o que provoque algún accidente. Imaginemos un parque infantil con columpios y toboganes de los años 80. Obviamente aún quedan algunos en ciertas ciudades, pero son los menos. Los materiales son más peligrosos, ya que estaban hecho básicamente con hierros y había incluso algún canto suelto. ¡La de cortes que se hicieron los niños de aquel entonces! Si disponemos de este tipo de mobiliario debemos asegurarnos de que no pueden significar ningún tipo de peligro para ningún sector de la población (animales incluidos).
- Otro tema es el mantenimiento: todo lo que tiene un tiempo requiere más horas de mantenimiento al año. Precisamente para que no pasen cosas como las que hemos citado en el primer punto. A menudo estos elementos estaban hechos con materiales que hoy en día ya se han descartado, como la madera o los aceros oxidables. Se debe invertir en modernizar o restaurar, pero a la larga se tiene que reconocer que la suma total puede ser bastante elevada si tenemos muchos de estos elementos en nuestra ciudad. Vigilar las partidas presupuestarias es necesario en este sentido.
Como en todo, debemos buscar el equilibrio. Es importante que demostremos unas raíces y que demos muestras de que la ciudad tiene un pasado, pero no debemos sujetarnos solamente en ello ya que si no hiciéramos nuevas inversiones ni pusiéramos nuevos elementos seguramente nos encontraríamos con que estamos dado una imagen desfasada y anticuada. Precisamente lo que hoy en día está triunfando más en las ciudades es que sepan combinar ambas cosas, y que por tanto podamos mantener aquellas cosas que nos aumentan la identidad pero sin olvidar aquellas otras que hacen que nuestra ciudad sea actual o incluso convertirnos en una smart city (ciudad inteligente).
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